24 Ene

¿Qué es un sistema de certificación de seguridad alimentaria y para qué sirve?

Todos somos consumidores de productos alimentarios y a todos nos preocupa la seguridad alimentaria, conscientes de que un alimento contaminado en cualquier momento de la cadena de recolección, proceso, envasado y distribución, puede suponer un riesgo considerable para nuestra salud. Según el Global Food Safety Initiative (GFSI) cada año 600 millones de personas en el mundo enferman como consecuencia de la ingesta de alimentos contaminados. 

Es por ello que los distribuidores de productos alimentarios necesitan generar la máxima confianza posible en los consumidores finales en cuanto a seguridad alimentaria, ya que ésta condiciona las decisiones de compra, y además cualquier circunstancia negativa puede tener un impacto irreparable sobre su marca, amén de repercusiones legales. 

Las grandes firmas de distribución de todo el mundo, dado que asumen la responsabilidad legal del producto que están comercializando bajo su marca, han establecido criterios para evaluar a sus proveedores y poder garantizar que en toda la cadena desde el origen hasta el consumidor se cumplen, tanto la legislación vigente en cada país, como los principios básicos de seguridad alimentaria.

A tal menester, a nivel mundial, y bajo el reconocimiento del GFSI surgen los referenciales IFS y BRCGS que establecen las directrices de un Sistema de Calidad y Seguridad Alimentaria que deben cumplir los distintos agentes del sector alimentario,  que se dediquen a la fabricación o manipulación de productos. También encontramos la Norma ISO 22000 con el mismo propósito aunque su implantación no es tan extendida.

El Protocolo IFS, es un estándar privado reconocido a nivel mundial que incluye una serie de estándares aplicables a distintos procesos y servicios de la cadena de suministro, como garantía de seguridad alimentaria ofrecida por los fabricantes y distribuidores alimentarios. Las empresas certificadas en IFS, demuestran que además de cumplir con las especificaciones de cliente, trabajan por una mejora continua de todos sus procesos. Más de 26.000 certificados han sido emitidos por 105 organismos certificadores en 90 países en 4 continentes. 

El protocolo BRCGS nace en 1996 desarrollado por el British Retail Consortium, y aunque inicialmente se destina a las compañías suministradoras de productos alimenticios de marca minorista, más adelante se extiende a la fabricación de productos alimenticios destinados a la restauración y fabricación de ingredientes, e incluso a productos no-alimenticios (packaging, almacenaje y distribución, etc). Las más de 45.000 empresas certificadas en más de 160 países, ofrecen al mercado la garantía de que sus productos son seguros, legales, y de alta calidad. 

Distintos organismos de certificación en todo el mundo, acreditados para realizar auditorías según IFS y/o BRCGS, llevan a cabo el proceso de certificación, donde auditores reconocidos determinan en visitas a las instalaciones de las empresas si los diferentes elementos del sistema de Calidad y Seguridad Alimentaria de la empresa auditada están documentados, implementados, son sostenibles y continuamente mejorados. 

Para las empresas alimentarias, implantar las mencionadas normas supone un gran esfuerzo en la definición y sistematización de sus procesos, así como en su mantenimiento y mejora continua. Hoy por hoy las tecnologías de digitalización como puede ser egambpm son una clara alternativa a los sistemas basados en papel e infinitos formularios. 

09 Ene

¿Quién dijo que se necesitan papeles para implantar una ISO?

¿Cuántas veces no has pensado que certificar una ISO es incrementar tu burocracia?¿ O que para implantarla vas a tener que hacer mil papeles “que no van a ningún sitio”? En este artículo vamos a desmentir este mito.

 Para poder desarmar este mito, es necesario conocer qué es una ISO y cuál es su fin. Una norma ISO es un compendio de buenas prácticas orientadas a ordenar y mejorar la gestión en una empresa. Estas normas redactadas por comités técnicos, se han convertido en estándares a nivel mundial. 

 Si comprendemos el párrafo anterior, ya podemos intuir que trabajar bajo el paraguas de una norma ISO no debería incrementar la burocracia que tiene nuestra actual corporación.

¿Y qué pasa con los papeles? Si bien es cierto que en el pasado muchos implantadores recurrieron al uso de plantillas y documentos seriados, las actuales normas no exigen que se realice ninguno de estos puntos. Actualmente estas nos indican que debemos tener un registro y seguimiento fehaciente de las acciones que vamos realizando para cumplir los diferentes puntos.

 Por tanto, y dentro de las posibilidades que nos da la norma, podemos trabajar los registros de la forma que más se acomode a nuestra empresa y siempre que podamos asegurar estos. Una buena alternativa para esta problemática es combinar herramientas informáticas como pueden ser los softwares que solventan problemáticas en la gestión de tareas, gestión documental o gestión de procesos integrados con nuestro ERP. En el mercado podemos encontrar infinidad de soluciones para solventar estos problemas de forma aislada o, lo más interesante, en conjunto.

 Ahora que hemos desmontado estos dos mitos, ¿Que te impide implantar tu ISO de forma digitalizada?